Poesía

Sinopsis

Con tal de verte volar es un homenaje a las alas que dirigen tu vuelo hasta donde solo se escucha el grito de la libertad, de la mujer libre.

«Escribo este libro porque no sé fabricar bombas nucleares
y, después de todo, algo tendré que lanzarte.»

Desde Madrid al cielo, únicamente pasando por el quinto piso de la calle en la que dijimos nuestro primer «Siempre» en formato poema. Nunca supe cómo despedirme y ahora he encontrado la manera: mirando al cielo, sabiendo que nunca más volveré a verte volar, pero sonriendo porque sé que estás por ahí, pareciéndote al sol, siendo mi luz.

Con tal de verte volar

AGUILAR | NOVIEMBRE 2016

Algunos poemas

Te quiero libre

Con tal de verte volar

Solo seré capaz de amarte si llevamos la libertad por bandera, si los dos soplamos el mismo viento. No concibo el amor de otra forma que no se sea viéndote volar entre miles, millones de mujeres, pero siempre escogiendo tus alas, aun siendo consciente de que puedo tener las de otras. 

A ti te quiero libre. Quiero que elijas tu propio cielo. Quiero que siempre sientas la libertad de hacer aquello que más te llena sin tener presentes las consecuencias. Si lo quieres, hazlo. Si sientes la necesidad de otros labios, pruébalos. Si sientes el deseo de otra piel, cúmplelo. No quiero encadenarte con mis condiciones, no quiero imponerte mis motivos, no debes sentir que tienes una obligación conmigo. Ha de ser tuya, tuya y solamente tuya la libertad de escoger siempre mis labios, siempre mi piel. Quiero que lo hagas solo porque sientas que no existe un ahora si no es junto a mí, que no existe un mañana en el cual yo no aparezca haciéndote reír. Es tan sencillo como esto. No quiero que nos amemos de otra forma. No quiero un amor que se convierta en dependencia emocional, donde los celos, las explicaciones y el control no causen más que daño, un daño tan irreparable como romper los pétalos de cualquier flor. Yo te quiero entera, pequeñita. 

El amor siempre ha sido libre. Han sido ellos los que lo han encarcelado y le han impuesto obligaciones; le han dicho que si estás conmigo, no quiero que mires a otro, no quiero que hables con otro, no quiero que te tomes una copa con otro. Yo no quiero estas cadenas. Tú eres libre de sentir, de necesitar y desear, y hay que ser muy ruin para juzgar a una persona que simplemente ha hecho eso, lo que le ha dado la gana. Y mira, si llega un día en cual sientas que ya no quieres compartirlos todos conmigo, tan solo te pediré que me lo digas, lo aceptaré sin reproches, sin porqués. Así es la vida, son cosas que pasan, y sino es contigo, será con otra persona, o tal vez sea solo. Pero lo que no podré cargar a mi espalda es el hecho de que hayas perdido tu tiempo conmigo por obligación, por temor a llegar a hacerme daño si echas a volar hacia otro árbol y abandonas el mío. 

Estará en tus manos, y solo en tus manos, el querer agarrar las mías. Yo solamente puedo prometerte una cosa: las cuidaré. Cuidaré todo lo que me entregas y lo protegeré como si fuera lo único que tengo en el mundo, mi pequeño tesoro lleno de cosas que te pertenecen, que has decidido compartir conmigo. Puedes estar segura de ello. 

Confía y salta, te espero abajo. 

Con los brazos abiertos. 

Después, Mañana

Con tal de verte volar

Estaba loca, loca de remate,
y era guapa, guapa de cojones.
y conocía a la luna,
y bailaba rock&roll frente al espejo,
y salía,
y bebía,
y no se acordaba de nada al día siguiente. 

Estaba rota, tanto como un trapo, 

y era dura, dura de roer,
y odiaba a los poetas,
y se ponía hasta el culo, 

y lloraba,
y se corría,
y no se acordaba de nada al día siguiente. 

Dormía poco,
y tenía las ojeras más preciosas 

que habían ignorado jamás. 

Era la princesa de mi cuento,
la que follaba con Extremoduro sonando de fondo 

y se metía de todo menos mis drogas. 

Amaba,
era capaz de amar,
por encima de cualquier boca despeinada, 

de cualquier trovador de mierda,
de cualquier basura literaria que le escribía, 

era jodidamente perfecta,
y su único defecto era yo. 

Sospecho que venía de otro mundo,
por eso de que nadie había logrado entenderla nunca 

aunque siempre era la que más gritaba,
y que era inmortal
por eso de sus infinitas pecas,
y que me tenía calado,
y que sabía cosas sobre mí que nadie sabrá jamás. 

Era la chica con la que desearíais pasear el resto de vuestra vida, 

era la chica diez
y le faltaban un par de veranos
—conmigo, digo—,

y cada vez que me la encontraba por ahí
me decía que no se acordaría de nada al día siguiente, 

y aun así
me iría a vivir con su olvido
todos los días del resto de mi vida.

Madrid es ella

Con tal de verte volar

Ella era toda la poesía que se escribía en Madrid. 

El verso más bonito de Gran Vía,
la boca más sexy de Malasaña,
los ojos más tímidos de los cines de Callao, 

la cabeza más heavy que había pasado por Argüelles, 

la cintura más bonita que veías por el metro,
las piernas más largas de la Plaza Mayor,
la falda más corta de Montera, 

la musa que aún seguía inspirando a la estatua de Bécquer,
el rayo de sol más brillante de una tarde de domingo en el Retiro, 

la reliquia más exótica del rastro,
la que podía domar los leones de Cibeles,
la quinta torre de Madrid,
el Palacio más Real de todo mi reino.
Madrid es ella, y yo, solo una de sus calles. 

Ella es el monumento que fotografía Atocha, 

la que se manifiesta frente al Congreso,
la decimotercera uva de la Puerta del Sol,
el cabello más hermoso de Salamanca, 

a la que todos los hindúes regalan rosas y cervezas en la Latina, 

los labios más rojos del Calderón,
la más loca de toda Chueca,
la de la carpeta rosa del Campus de la Complutense, 

el paseo más largo a través de toda la Castellana, 

el culo más bonito del Retiro,
el corazón más salvaje del Bernabéu,
el musical más visitado de Gran Vía, 

el teatro con menos aforo de la capital,
la mejor obra de arte del Prado,
la que envuelve en flores a los toros de las Ventas. 

Ella es la única estrella que brilla en Madrid. 

Ella es Madrid. 

Ella es la que baila como una loca en cualquier garito de Huertas, 

la chica de Tirso, la Lady Madrid de Pereza,
a la que no hace falta escribirle porque es pura poesía,
la que es capaz de enderezar las Torres Kio, 

el cubo más helado de cerveza de la Sureña de Gran Vía, 

la nariz más roja de Casa de Campo,
los acordes de jazz más hermosos del Café Central,
la niña que ríe como nadie en Cortylandia. 

Los copos de nieve que los tejados echan de menos, 

la única diosa de todas las catedrales,
a la que cantan en Libertad 8,
el único monumento del Templo de Debod. 

la palabra más bonita del barrio de las letras, 

la única Movida que existió en Madrid. 

Ella, ella, ella es Madrid.