Poesía

Sinopsis

En el año 1974, la artista serbia Marina Abramovic colocó alrededor de su cuerpo setenta y dos objetos divididos en dos categorías: objetos de placer y objetos de dolor. Luego invitó al público a que los usase sobre su cuerpo, transformándose, de esta manera, en otro objeto más. El fin era observar el comportamiento humano ante la indefensión.

Cuentan que Abramovic estuvo a punto de perder la vida. Al fin y al cabo, lo fácil siempre fue hacer daño. Al fin y al cabo, lo difícil siempre es amar.

Decir puedes hacerme lo que quieras es una invitación al daño, pero también es un gesto de confianza ciega, es decir, de entrega. Con el hilo conductor de aquella puesta en escena, Miguel Gane, uno de los poetas más leídos de su generación, reflexiona sobre las personas que poseen nuestro corazón, sobre cómo, a través del amor, nos ponemos en manos de otros hasta tal punto de que quien te cura también te acaba hiriendo.

Miguel Gane, uno de los poetas más leídos de su generación, reflexiona sobre las personas que poseen nuestro corazón, sobre cómo, a través del amor, nos ponemos en manos de otros hasta tal punto de que quien te cura también te acaba hiriendo.

Puedes hacerme lo que quieras

AGUILAR | OCTUBRE 2023

Algunos poemas

Puedes hacerme lo que quieras

Puedes hacerme lo que quieras

Puedes morderme el cuello

hasta que mi sangre sea tuya,

arrancarme la ropa

hasta que ya no me dé pudor mi desnudez,

empotrarme contra cualquier pared

sin premeditación, pero con alevosía;

puedes ser salvaje, animal,

poética, delicada;

convencional o insólita.

En tu boca están todas las palabras

sucias bellas primarias,

en tus manos están todos los gestos

caricia arañazo golpe.

Puedes llevarme a la cama

para comerme el hambre

para beberme la sed

para cumplir tus fantasías prohibidas.

Te entrego mi cuerpo para el placer

—qué irónico entregarte mi cuerpo

para el placer—:

usa mis manos para escribir

tus silencios,

usa mi espalda para vengarte

de las puñaladas,

habla por mi boca

cuando quieras decir

las cosas que piensas

y te avergüenzan,

las cosas que sientes,

y no te atreves.

La piel es real, el sexo es real,

el placer es real,

mi verdad es un hielo

derretido en tu copa,

una bala atrapada

en tu cañón.

Clava tus espinas en mi piel

y florece dentro de mí:

soy la tierra

y tus raíces están a salvo.

Puedes atraparme, liberarme,

crearme, destruirme,

follarme, fallarme,

puedes hacer conmigo lo que quieras

con tal de que me hagas algo.

Hay que saber irse

Puedes hacerme lo que quieras

Hay que saber irse,

hay que saber abandonar el barco

sin hundirlo,

hay que saber cerrar la puerta

sin dar un portazo,

saber que a la piedra

no se le responde con más piedra,

que al daño

no se le responde con más daño.

Hay que ser elegante al marcharse,

entender que no hace falta

despedazar el abrazo

que una vez te dio calor.

No hay que romper las cartas

ni las fotos,

no hay que borrar los recuerdos

porque, más que un borrón

y cuenta nueva,

saber irse es una lección

y cuenta nueva.

Hay que saber marcharse,

comprender que las expectativas

son como el humo:

intuyes que surge de un fuego

pero ese fuego no se ve.

Nadie gana en las despedidas

porque ninguna victoria

es más triste

que decir adiós a un hogar.

Hay que saber irse

sin bombardeos,

cerrar la historia

sin destrozar el libro,

seguir caminando

sin mirar hacia atrás

y hay que entender que, muchas veces,

solamente seremos

la forma que escogimos

para decir adiós.

Marina Abramović

Puedes hacerme lo que quieras

Yo nací del pan.

Como el hambre,

yo nací del pan.

Partieron una hogaza

en dos mitades

y colocaron el cuerpo

sobre una mesa.

Todos permanecieron de pie,

atentos y expectantes:

quién dará el primer paso,

quién morderá primero.

Unos acudieron

con las manos abiertas

y otros sacaron los cuchillos.

Grabaron

el pan con sus dientes,

en su piel,

dejaron las marcas

de las hojas afiladas.

Yo nací de ese pan herido que alimenta

a hombres y mujeres,

yo nací de su hambre,

pero también de su avaricia;

nací igual de blando, igual de tierno,

mi carne era roja

y mi textura escamosa.

Como el pan que fue mi madre,

también me hice migas en sus mesas,

les entregué mi cuerpo

para saciarse,

para descubrirse,

para existir.

Parirme

fue condenarme a morir.