Poesía
Sinopsis
Naces, creces, amas, te rompen, aprendes y no mueres hasta que alguien deja de quererte. Estos poemas son la historia de Ella, la que fue callada porque sus gritos resonaban demasiado alto. Ella, que dejó de ser suya porque quien debía liberar su sonrisa, la acabó enjaulando y aplastando contra el asfalto. Sola, fue capaz de levantarse, de mirar a la cara a su pasado y decirle: «No me has vencido, soy indestructible».
Ahora que ya bailas, el mundo entero va a quedarse a tus pies y donde antes había silencio ahora habrá música. La tuya.
Algunos poemas
Mujeres
Ahora que ya bailas
Siento que tengas miedo al volver a casa de madrugada,
siento que tengas que cambiarte de acera
cuando veas un grupo de chicos por la noche,
siento que no dejen de mirarte en el bus,
que te piten los coches, que te silben por la calle,
que si te ven borracha te crean fácil.
Siento que te toquen sin permiso,
que te acosen por subir una foto,
que no vean con los mismos ojos
que yo enseñe mi pecho
y que tú enseñes los tuyos.
Siento los piropos que no necesitas para quererte
siento que llamen al acoso, flechazo;
que miren tus tetas
en lugar de aprenderse tu sonrisa.
Siento tu miedo, tu asco y tu vergüenza.
Lo siento.
Siento que no pudieras plantarles cara
por ser ellos muchos, por estar tú sola;
que no crean en tu derecho a caminar por la calle
sin sentirte carne en oferta,
que te insistan con mensajes,
siento que no puedas tomarte una cerveza tranquila,
siento que te pidan el teléfono cada día,
y que si no se lo das te llamen puta,
y que si te llaman puta, tengas miedo a contestar.
Siento que te vean débil,
siento que te quieran princesa
cuando tú tratas de convertirte en guerrera,
que te quiten oportunidades solamente por tu sexo.
Siento vivir en una sociedad
en la que es más importante
la talla de ropa que usas
que la clase de persona que eres.
Y siento las veces que callé
cuando todo esto te estaba pasando.
Lo siento de verdad,
pero quiero prometerte una cosa:
a partir de ahora, ya no más.
Que si me necesitas
aquí estaré para luchar,
pero no por ti,
sino contigo.
Valiente.
Paloma negra
Ahora que ya bailas
Empezaste a amarlo porque lo creíste
cuando te prometió cuidarte,
lo creíste cuando te dijo que siempre presumiría de ti,
cuando juró que no se iría nunca.
Te cegó con palabras
hasta que te viste reflejada en sus labios,
te atrapó en su red sin que te dieras cuenta,
dijo que se tiraría por ti a cualquier precipicio,
y tú lo creíste.
Le entregaste todos tus sueños,
todas tus risas de niña,
todas las miradas, los besos, las caricias,
todo le diste.
Y ese imbécil destruyó lo mejor de ti.
Acabó con aquello por lo que tú habías luchado
durante tanto tiempo.
Cuando le enseñaste tus alas,
él las encerró en su jaula llena de celos;
cuando le hablaste de tu libertad,
él te la quitó y la hizo suya;
cuando le entregaste tu cuerpito,
eso que de ti era más tuyo,
él te gritó que a nadie más, que solo para él.
Te hizo borrar cualquier recuerdo de otro hombre
que tú guardaras;
luego empezó a decirte
que tu ropa provoca
—a ti, que has perdido la vergüenza en lo corto de tu vestido—,
que sin él no serás nada
—tú, que fuiste lo más grande de tu vida—,
que estás tan gorda
—tú, paloma negra de mil parrandas—,
que no mires a nadie
—tú, ojitos de niña, que todo lo veían—
porque todo lo que tú eres le pertenece,
—tú, que fuiste tan de nadie—.
Te hizo pequeñita, pequeñita, pequeñita.
Tú no lo veías,
no te diste cuenta de que aquel terrorista
destruiría cada flor que eras,
cada canción en la que brillabas.
Te conformabas así, pensando que a todas les pasa,
te reventaban por dentro las consecuencias
de decirle que ya no quieres más,
que ya no aguantas más, que estás cansada,
que te hace sufrir, que lloras todas las lágrimas del mundo,
que tú no te mereces eso,
porque
tú eres fuerte,
tú eres guapa,
tú eres libre.
Te destrozó con la frialdad con la que el cuchillo
atraviesa la piel,
te convirtió en tu propia tormenta,
te quitó el paraguas y se fue.
No te des pena,
no te sientas pequeña sino valiente.
El amor,
es la diferencia entre
«tener a» y «estar con».
Él nunca se enteró.
Ahora te vas a levantar, y lo vas a hacer tú sola,
y, de la misma forma que se lo entregaste todo,
te lo devolverás a ti;
y dentro de un tiempo volverás a quererte,
tus heridas se convertirán en pétalos,
relucirás distinta y serás más tuya.
Y acuérdate de este poema,
esto poco que por ti puedo hacer,
y recuerda que tenías razón, que tú no te merecías eso
porque
tú eres fuerte,
tú eres guapa,
tú eres libre.
Créete.
Arde
Ahora que ya bailas
No, calladita no estás más guapa.
Tú eres preciosa cuando luchas,
cuando peleas por lo tuyo,
cuando no te callas
y tus palabras muerden,
cuando abres la boca
y todo arde a tu alrededor.
No, calladita no estás más guapa,
sino un poco más muerta,
y si algo sé sobre ti
es que no he visto a nadie, jamás,
con tantas ganas de vivir.
Gritando.